BUSQUE LA BENDICIÓN

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La palabra bendición es una de las más utilizadas en el diario común del cristiano, pero que desafortunadamente se ha convertido en una simple declaración de “suerte” o de la muestra fehaciente de que seguimos colocando los ojos sobre los tesoros terrenales. ¿Cómo así? dirán muchos, es cierto, siempre que velamos por las cosas de este mundo declaramos la bendición, es decir, caminamos al lado de nuestro amigo y nos cuenta sobre su nuevo trabajo y declaramos: Qué bendición!!! Por fin sale un dinero faltante y Qué bendición!!! Tenemos estudio y Qué bendición!!! Estrenamos carro, casa, familia, mejor sueldo y seguimos diciendo Qué bendición!!! Hay que ver claramente que estas cosas no están mal, pero para entender la bendición, observamos primeramente que Dios es bendito.

¿Qué significa que Dios es bendito? Que sólo Él puede bendecir; por ello siempre que nos saludamos, decimos “Dios te bendiga”, porque nosotros por nuestras propias fuerzas no podemos dar la bendición a esa persona, sólo Él lo puede hacer. Nosotros sí le podemos dar dinero, casa, carro, estudio, amor, trabajo (estas cosas materiales y hasta sentimentales), pero no le podemos dar la bendición, por eso cuando declaramos esta frase, estamos pidiendo a Dios que bendiga a esta persona.

Al declarar que Dios es bendito, hablamos de palabras como gozoso, pleno, satisfecho, pletórico, lleno de vida, prosperidad, salud, justicia y paz; no quiere decir entonces que Dios es gozoso o que Dios tiene paz, quiere decir que de Él sale eso, de Él es de quien emanan todas las cosas, todo esto procede de Él. Es como si se dijera: Ay el sol tiene calor! No, el sol no tiene calor, en el sol no hay calor, del sol sale el calor, de igual forma no podemos decir, ay Dios tan bendecido que es!

Por esto se habla de la mala interpretación que tiene esta palabra, porque al hablar de poseer o que de Dios salen todas las cosas, se siguen pensando en las cosas de este mundo, pensamos, si de Dios proviene todo, dame el carro, la casa, el dinero, la salud, la familia y en un status alto, porque Soy Tu Hijo, pero ¿quién sirve a quién? Dios al hombre o el hombre a Dios.

Hoy en día se acerca una persona y dice: Hermano me cuadriplicaron el sueldo, Qué bendición!!! Y tengo que trabajar los domingos, Qué bendición!!! No puedo volver a la iglesia y rendir el culto, Qué bendición!!! Me voy a secar espiritualmente, Qué Bendición!!! Me voy a presentar desnudo, ciego y desgraciado delante de Dios y respondemos, QUÉ BENDICIÓN!!! Qué cínico suena esto, pero es la verdad; vivimos tan pendientes de las cosas de este mundo que no nos importa cancelar culto, oración, lectura bíblica y hasta la predicación por trabajo, dinero, familia o cualquier otra cosa, que al fin y al cabo es más importante que lo otro.

“Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. También les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios” Lucas 12:16-21

¿Ven las cosas de otra manera?, esta persona es llamada como el rico insensato, pero cuántos de nosotros somos como él, pretendiendo ganarnos este mundo con la “ayuda de Dios”, es decir que intentamos seguir pactando y ofrendando porque Él nos devuelve al ciento por uno y nos da carros y casas, que miserables somos creyendo que Dios está sólo para suplirnos esta vida, que al fin y al cabo tan sólo es polvo. De esta manera pensó Esaú, que vendió LA BENDICIÓN por un plato de lentejas mientras que Jacob luchó hasta alcanzar lo que quería, luchó incluso con el ángel que lo hirió en gran manera; qué buscaba Jacob, le verdadera bendición. ¿No había prosperado en gran manera?, tenía dinero y mucho ganado, pero esta no era la bendición, porque cuando se reencuentra con su hermano, quien lo quería matar, le dio Todo lo que tenía, exceptuando la bendición y nuevamente Esaú lo volvió a hacer, se dejó comprar con las cosas de este mundo declarando lo bueno que es su hermano.

Ahora está bien preguntarnos, cuál es el precio de mi bendición, me puedo reír en este momento, porque muchos creerán que ya les voy a pedir una ofrenda o dinero, pero NO, estamos enfatizando en gran manera la diferencia abismal que tiene la bendición verdadera y lo que se ha vendido como bendición por el evangelio de la prosperidad; en serio, qué precio tiene tu bendición, por el verdadero tesoro, no donde el orín corrompe y los ladrones hurtan, sino en los tesoros celestiales, nuestra verdadera herencia; Judas no vendió a Jesús por treinta monedas, fue él quien se vendió… por cuánto te vendes, por un carro, por dinero, por comida, por ser senador o gobernante, por ayudar a multitudes, alimentarlos, por qué cosa de este mundo dejas de buscar las celestiales, las verdaderas, las que no son polvo, la verdad.


Esa es la verdadera bendición, que por cierto viene de la palabra “rodilla”, ¿qué tiene que ver la rodilla con la bendición?, pues claro, se arrodillaban en el antiguo testamento para ser benditos, o sea, para ser parte de la genealogía del mesías, por esto luchaban, por esto se arrodillaban, no por el dinero, por lo espiritual, por la promesa, por su fe. Ahora nos debemos arrodillar frente a la verdad, frente su palabra y recibirla, debemos arrodillarnos frente a Él y creer que Él es el único mediador entre Dios y nosotros; debemos arrodillarnos frente al nombre de Jesús, nombre sobre todo nombre, permanecer en ese nombre, tomar su sangre y comer su carne, reconocer que nuestro camino y lo que pensemos que nosotros mismos podemos hacer no sirve de nada, sólo Él nos puede ayudar, sólo su camino; sólo de esta manera recibiremos la verdadera bendición.

…sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición… para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros… 1 Pedro 3:9, 1:4

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