RINDA EL CULTO A DIOS – LOS PANES DE LA PROPOSICIÓN

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A lo largo y ancho del mundo se observan millones de hombres religiosos, que en adoración a sus ídolos mudos rinden culto con toda dedicación y reverencia. Sin tener conocimiento de la verdad, entienden la importancia que juega el hecho de la adoración, el hecho de reconocer que su dios está por encima de ellos y que merece su honra; entienden de una u otra manera, la importancia del hombre como ser espiritual, con cuánta dedicación una persona practica el yoga, con cuánta preparación muchas tribus indígenas escogen sus mejores cosechas para ofrecerlas al sol o la naturaleza, y rinden sus vidas para esos momentos. Claro está, sus ídolos mudos y ciegos, siempre permanecerán inmóviles ante ellos, nunca recibirán esa gloria ni ese honor, mucho menos se agradarán de quienes practican esto.

Ahora bien, por qué será que aquellos que conocen la verdad, que han recibido la vida y la Luz de Dios, han observado el resplandor de su gloria y que conocen al Dios único y absoluto, digno de honra y de gloria no rinden culto en espíritu y verdad, no rinden sus vidas en reverencia, no guardan su día con una actitud solemne en agradecimiento a Él. Es muy común ver hoy en día a la iglesia cristiana a muchos que van un domingo como costumbre, por cumplir, para apaciguar su conciencia cristiana, sin entender la importancia que tiene el día del señor; y estando allí, lo último que uno observará es una reunión solemne, con reverencia, con el mayor respeto y con la más alta dedicación.

Muchos dirán, estás mintiendo, lo que pasa es que tú no has ido a mí iglesia, tú hablas por ti, porque en mi congregación, las cosas no son así; pero siendo realistas, y basándonos en la palabra, la misma iglesia se encarga de alejar las almas de la verdad. ¿Por qué?, porque en vez de predicar la palabra de Dios desde el púlpito, desde lo más sublime del culto que es la palabra, se predica pseudopscicología, se habla de cómo administrar el dinero, de cómo ser un campeón, de ser realmente hijo de Dios para poseer la tierra, se habla de romper ataduras del pasado y liberarnos de las “malas energías”… eso hablando de la palabra, pero alrededor del culto qué ocurre, muchos llegan tarde ufanándose delante de Dios como diciéndole: ¡ahí te cumplí!, muchos otros siguen en sus discusiones, muchos menosprecian su mesa y ni que hablar de los diezmos y ofrendas.

Que tristeza, intentando traer a multitudes a la verdad, nos hemos desviado, hemos convertido en la iglesia en un vitral de “santos”, es frecuente el decir haga y no haga, olvidando decir mírelo a Él, su sangre lo limpia, crea, conozca. Muchos otros traen a sus congregaciones la “alegría del mundo”, para demostrarles a los nuevos que con “Cristo de Rumba el diablo se derumba”, a la hora de la alabanza en vez de ser la iglesia solemne y reverente, nos remonta a los tiempos antiguos cuando una tribu ofrecía ritos a sus dioses, bailando y cantando eufóricos delante del fuego.

Pero qué nos enseña la palabra acerca de este tema, bueno, la palabra desde el libro de génesis hasta el apocalipsis habla del culto reverente, del culto con esmero y con dedicación. Esto nos enseña que Dios es Soberano. La palabra soberano habla acerca de aquel que tiene la autoridad suprema, el más excelente de todos y que está por encima de todos. Dios es soberano, nadie está por encima de Él, nadie lo puede superar, ni si quiera pueden ser semejantes a Él, Dios es único, es quien salva, es quien trae la verdadera luz.

Al entender esto comprendemos la frase, Dios es Dios, este es el principio fundamental para rendir un culto con reverencia y dedicación, con respeto; al entender que Dios merece TODA la gloria, TODA la honra y TODO el honor, que Él no comparte su Gloria con nadie y que sólo Él es digno, entenderemos por qué debemos humillarnos delante de Él y de su palabra, por qué debemos guardar su día con nuestra mejor actitud y agradecimiento, entenderemos verdaderamente el significado de rendir el culto.

El capítulo 9 de Hebreos habla acerca del tabernáculo y de los elementos allí dispuestos, habla del culto judío y enfatiza que aun tenemos ordenanzas de culto y de templo terrenal, desde aquí muchos empiezan a justificarse; lo que pasa es que… mi familia, mi trabajo, mi dinero, mi cansancio, mi casa… pues sí, mi, mi, mi, mi… ese es SU dios, no Dios Absoluto, porque si le pide a Dios que entienda, Él no lo va a entender, Él es digno de toda gloria y no la va a compartir con nadie y menos con usted o conmigo.

El día del señor es de gran importancia para el cristiano, por qué, porque nos reunimos en su mesa a compartir, a tener comunión, a conocer y a mostrar la victoria de Dios sobre el mundo (en su vida, las tentaciones y las dificultades no pudieron hacerle desfallecer para rendir un culto más). En este día tan especial, la iglesia recuerda su misión, su verdadera misión, aquella que Jesús nos dejó (Mt 28), en este día como ovejas al escuchar su voz nos juntamos para luego ser sacados fuera en busca de pastos verdes.

Al hablar del tabernáculo, y de su mesa, recordamos los panes de la proposición. Aquellos que eran hechos con la flor de la harina, es decir, la más refinada de las casas de los judíos, era su ofrenda y aunque no hablamos de ofrenda, sí hablamos de ofrenda. Ven, Dios merece gloria y no pide una cantidad, no pide limosnas, no de lo que nos sobra, Él pide de lo que tenemos, Él pide incluso lo único que tenemos, Él pide nuestras propias vidas, pero no por temor, sino por amor, en agradecimiento; además lo que Él pide, Él lo merece, Él es digno de eso y de muchísimo más. Cuán miserables somos cuando entregamos eso diciendo: ¡Ya te cumplí!, ¡Ojo, ahora sí hazme el milagro!, ¡Ya te pagué!, ¡Voy a recibir el 100x1!, miserables desgraciados. Miserables por cuanto desconocemos su misericordia, desgraciados por cuanto caímos de su gracia. ¿Nuestra ofrenda no es agradecimiento? ¿No demuestra cuánto amor tenemos hacia Él? Bueno, podríamos dar todo y aun así no creer en Él; pero muchos de los que dicen yo viviré por ti, y hasta la muerte te seguiré si ni si quiera entregan una ofrenda en agradecimiento, ni si quiera hablemos de dar la vida.

Los panes dispuestos en la mesa son partidos, Él entregó su cuerpo para ser partido, y Él es cabeza de la iglesia quién es su cuerpo. Uy, ven cómo la palabra se conecta. Nosotros como cuerpo de Cristo, después de cada culto somos partidos para el perdón de los pecados, osea, cada miembro del cuerpo de Cristo después de reunirnos en Su mesa, somos repartidos en este mundo para llevar su luz, su palabra, su verdad, su vida. ¡Que gran misión Tenemos!

Dice Malaquías 1:

El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado tu nombre? En que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable. Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos. Ahora, pues, orad por el favor de Dios, para que tenga piedad de nosotros. Pero ¿cómo podéis agradarle, si hacéis estas cosas? dice Jehová de los ejércitos. ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos. Y vosotros lo habéis profanado cuando decís: Inmunda es la mesa de Jehová, y cuando decís que su alimento es despreciable. Habéis además dicho: !!Oh, qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado, o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda. ¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice Jehová. Maldito el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi nombre es temible entre las naciones.

Creo que no hay comentarios, es un pasaje muy explicito, muy real, que demuestra la vergüenza del hombre. El libro de Malaquías podría llamarse el libro que surge del corazón de Dios, las cosas que tenía guardadas, como cuando en un matrimonio la esposa se guarda muchas cosas y después frente a su madre abre su corazón y cuenta sus tristezas… podemos llamar Malaquías como este momento de Dios, cuando frente al profeta Malaquías le dice al pueblo de Israel lo que verdaderamente ocurre. Pero muchos predicadores en la actualidad toman este libro para sacarle dinero a la gente y para enseñar su evangelio de la prosperidad (el evangelio de Satanás, Lucas 4:1-13), o no se acuerdan de todos aquellos que dicen: ¡Traed los diezmos, probadme en esto! Uy, se nos olvidó que uno de los mandamientos es no porbar al Señor, no tentarle.

Pilas si seguimos dando el diezmo para probar si el Señor me remunera, pilas si seguimos tomando su día como el día de la familia, si seguimos cantando canciones que exaltan el YO, si seguimos rindiendo un culto esperando que me va a dar Dios ese día; oremos a Dios pidiéndole perdón y para que día a día nos permita ser más humildes delante de su palabra, que reconozcamos que sólo en el nombre de Jesús hay salvación y que en ese agradecimiento como la iglesia del señor, nos reunamos en la mesa domingo tras domingo para declarar su nombre y nuevamente ser repartidos para cumplir nuestra misión como Su novia y futura esposa.

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